Cuando los grandes Dragones se dieron cuenta de que algunos
humanos eran capaces de sentir y utilizar el mana, comenzaron a transmitirles
sus conocimientos para que se pudiesen valer de ellos en su evolución. Sin
embargo, algunos humanos eran incapaces de utilizar esa “magia” y creyeron que
los Dragones les habían negado un importante don, por lo que empezaron a surgir
disputas provocadas por la envidia.
Estos sentimientos provocaron el rechazo de los Dragones
que, temiendo que esa nueva raza acabase destruida por ellos, hicieron que los
nuevos seres se separasen de los humanos normales, enviándolos a otro mundo,
conocido como el continente Rijch'ay que luego fue sellado para evitar la contaminación
entre humanos y los nuevos elfos.
Como resultado del control que poseen sobre la energía espiritual,
disfrutan de una gran longevidad.
Se agrupan en pequeños poblados en la espesura de bosque
verde. Dentro de su sociedad, la figura de la familia es muy importante ya que
los elfos no suelen tener mucha descendencia y se protegen estrechamente unos a
otros, además de enseñarse a utilizar la magia y sus secretos para luchar.
Están considerados como una de las razas más pacíficas, pero
cualquier amenaza a su territorio provocara en ellos una respuesta
extremadamente violenta. No están dispuestos a perder sus hogares de nuevo
aunque tampoco pueden salir de ese continente.
Lo más destacable es sus grandes aptitudes para la sanación.
Incluso los más jóvenes dentro de esta raza pueden curar pequeñas heridas y
enfermedades. Por otro lado, son especialmente habilidosos en la utilización de
los elementos alquímicos naturales.
En cuanto al físico, generalmente son bastante más débiles
que un humano pero sus ligeros cuerpos les permiten moverse con una gran
agilidad.
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